lunes, 23 de septiembre de 2013

Callar cuando hay que hablar

Era su cumpleaños. Al desayunar ella esperaba besos, rosas, algo… El se hizo el despistado, la besó mecánicamente como cada mañana y se fue a trabajar. Ella no dijo nada. Lavó las tazas y su dolor en la fregadera. El convenció a su secretaria para acompañarle a la joyería y ayudarle a elegir. A ella le alteró la llamada de felicitación de su ex, pero aceptó compartir un café en un nuevo local enfrente de una conocida joyería. Justo a las cinco se fueron a descubrir, el saliendo del brazo de su secretaria, ella abrazando al ex novio. Sus miradas se cruzaron y las palabras que debieron decirse horas antes dejaron de tener sentido.

2 comentarios:

  1. Hola Mel, he venido a conocer tu blog, muy bien decorado con esos colores de fondo que invitan a entrar, como un remanso de paz donde leer buenos relatos y otros.
    Este relato contiene una situación que bien podría darse en la realidad, muy escalofriante el resultado de la convergencia de los sentimientos encontrados de dos personas que se aman pero por azar de la vida confunden los términos del amor. Puras coincidencias que a veces terminan con lo verdadero. Cuantas mentiras parecen verdad y cuanta verdad nunca llega a demostrarse. Me ha gustado.

    Seguiré por aquí, si me lo permites, para leer más.
    Un saludo

    Rosa.

    ResponderEliminar
  2. Hola Rosa, bienvenida. Me alegra que te haya gustado el blog, vente siempre que quieras!!!, un placer

    ResponderEliminar